miércoles, 4 de octubre de 2017

LA VOLUNTAD DE PODER COMO ANTÍTESIS DE LA CORRUPCIÓN. Lectura de uno de los mayores flagelos de la sociedad desde la perspectiva del profeta del Superhombre.

GILDARDO MARTÍNEZ PERILLA Lic. Filosofía y Ciencias Religiosas Universidad Santo Tomás - Bogotá
“Voluntad de poder” y “Superhombre” resultan muy atrayentes para quienes forjan su carácter con ideales de riqueza, éxito y dominación. Voluntad de poder suena a capacidad para hacer lo que a uno se le antoje, y Superhombre a un halo superioridad que cobija a quienes han logrado el mayor éxito social. Nada más errado, si lo analizamos desde la perspectiva del pensamiento de Nietzsche, el profeta del Superhombre. En este artículo no se pretende formular reflexiones en torno a las causas, consecuencias o posibles soluciones frente al fenómeno de la corrupción. Se quiere –por el contrario– hacer una aproximación, desde la figura de la voluntad de poder –postulada por Nietzsche– al carácter de aquellos que en ejercicio de su voluntad adoptan a la corrupción como alternativa para enriquecerse o ejercer influencia política en la sociedad. 1. EL PENSADOR Y EL CARÁCTER DE SU OBRA: Friedrich Wilhelm Nietzsche, polifacético y controversial filósofo alemán del siglo XIX, fue autor entre otras grandes obras de Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres (1878), Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para ninguno (1885), Más allá del bien y del mal. Preludio a una filosofía del futuro (1886) y La genealogía de la moral. Un escrito polémico (1887). Complejo y profundo, Nietzsche ilumina, eclipsa, motiva y aterroriza. Su pensamiento, difuminado a lo largo y ancho de su extensa obra genera afinidades, desacuerdos e incertidumbres. Capaz de inspirar grandes proyectos, también ha sido empleado como excusa para gestar atrocidades. Nietzsche no formuló una propuesta política a la manera como lo hicieron Aristóteles, San Agustín o Maquiavelo, entre muchos otros; pero de sus obras se puede intentar inferir algunas consecuencias para la vida en sociedad y el ejercicio del poder. Sin compromisos ideológicos, ni restricciones morales, se abalanzó con total determinación contra todo lo que se le antojara inauténtico, superficial o mentiroso. Una burla fina y un desprecio desmedido acompañan sus manifestaciones en contra de lo superfluo y la impostura. Por medio de Zaratustra –una suerte de emisario que proclama su pensamiento– lanza exclamaciones tan ricas y contradictorias como: «“Yo no doy limosna”, repuso Zaratustra; “No soy lo suficientemente pobre para hacer esto”» (Nietzsche. ASÍ HABLABA ZARATUSTRA). 2. LA VOLUNTAD DE PODER COMO HORIZONTE DE REFLEXIÓN: En una primera aproximación voluntad, poder y corrupción se perciben en una vecindad sospechosa. La corrupción no es más que decadencia social. El poder, como ideal de las sociedades en las que la política no es medio para un fin colectivo, sólo puede pretender el lucro individual. La voluntad, como signo del despliegue de capacidades en las que el imperio del deseo se destila gota a gota, sirve ingenuamente a la complacencia de devotos y admiradores del éxito social. Voluntad, poder y corrupción emergen como una triada perversa que subsiste para envilecer al que engrandecen y para empobrecer el ser del que enriquecen. Lo que dan con mezquindad lo cobran sin contemplación, con brutalidad. Nadie es corrupto por error. Ninguno que se obsesione con el poder lo busca para servir. La voluntad que se postra ante el nefasto apetito del corrupto es la primera en ser despojada de su grandeza. La voluntad que sirve al delito es la primera en pretender excusar su cometido: “yo no quería”, “yo no deseaba”, “yo no pretendía”. El corrupto es mentiroso por antonomasia. El culpable reniega de su propia voluntad para poner en evidencia la magnitud de su vulgaridad. La voluntad de poder, por el contrario, está muy lejos del deseo vulgar, de la voluntad de domino y del apetito patológico. Más allá de las conjeturas y los conceptos ortodoxos sobre el pensamiento de Nietzsche, se proyecta una profunda reflexión en torno a la voluntad de poder, que no es otra cosa –como ya se ha insinuado– que la capacidad de desplegar lo más auténtico de cada quien en busca de fines en sí mismos. El gusto por el poder y la riqueza es un fenómeno recurrente en las sociedades actuales. De la fascinación por el dinero fácil, el enriquecimiento acelerado y la acumulación de poder, dan cuenta los medios de comunicación a lo largo y ancho del orbe. Por el contrario, resulta sumamente extraña la referencia a sociedades en las que los fenómenos de corrupción son muy bajos o inexistentes. El diario virtual español elEconomista.es titulaba, el pasado 4 de febrero, “La corrupción rompe el mito de Suecia: los delitos financieros se multiplican en el último año”, para dar cuenta de cómo uno de los países con menores índices de corrupción sucumbía al flagelo. La voluntad de poder, a diferencia de la voluntad de dominio, es una determinación o una capacidad para obrar atendiendo a los más auténticos impulsos de la naturaleza. Voluntad de poder no es, ni se debe confundir, con una compulsión que mueva a someter a otros mediante superioridad física, económica o política. Voluntad de poder es despliegue de la capacidad de ser. Por lo dicho, se puede colegir, que obra en ejercicio de la voluntad de poder el que juega y triunfa por el puro y simple despliegue de la capacidad de competir y triunfar, no por el ánimo de mostrar o imponer algún tipo de superioridad física. El que triunfa, en ejercicio de la voluntad de poder, se interesa por el acto del triunfo, dejando de lado la satisfacción por haber vencido a otros. En el horizonte de la voluntad de poder quedaría en entredicho el enriquecimiento que se forja a través del sometimiento, el engaño, el ocultamiento y la falacia. También quedaría en entredicho el poder conseguido mediante la trampa, el fraude y la argucia. Tendría sentido el despliegue de la voluntad cuando busca objetivos que encuentran su sentido en sí mismos y porque en su natural desenvolvimiento permiten el despliegue del natural carácter del hombre. La voluntad de poder riñe con la inauténtica supremacía del león, con el que Nietzsche pretende ilustrar el momento en el que los valores humanos abandonan la diáfana conducta del niño, para buscar la engañosa superioridad del que pretende reconocimiento a cuenta de deponer intereses auténticos. El que conquista el poder debe cuidarse de los que ha sometido. No puede obrar con libertad porque ha cambiado esta facultad por un bien inferior: el sometimiento. El que se ha enriquecido ilegítimamente depone libertad, autenticidad y autonomía a cambio de dinero. El que roba debe salvaguardar lo conseguido, ocultar los medios ilegítimos y cuidarse de los carroñeros que pretenden nutrirse del putrefacto residuo del corrupto. El corrupto cambia autenticidad, libertad y voluntad por dinero; las tres primeras brillan con luz propia y el último se apaga y corroe lentamente bajo el asecho permanente de la vergüenza. 3. LA CORRUPCIÓN MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE DE LA MORALIDAD: No es que este mal ser corrupto. Tampoco se quiere afirmar que ser corrupto esté bien. En Nietzsche las categorías morales de bien y mal han sido dejadas de lado. Las calificaciones sociales, religiosas o morales de bondad y maldad corresponden a momentos que se perpetúan dejando de lado su verdadero sentido. Para Nietzsche tales valoraciones no son relevantes. «“Por mi honor, amigo mío”, respondió Zaratustra, no hay nada de eso que me estás hablando; no existe ni el cielo ni el infierno. Tu alma estará muerta aún antes que tu cuerpo. No temas más nada!”.» (Nietzsche. ASÍ HABLABA ZARATUSTRA). Una mente ingenua y precipitada concluiría que Nietzsche está diciendo: “Roba y no temas nada”. No. No se trata de legitimar con el pensamiento de un filósofo prestante un acto repugnante. Si el corrupto deja de robar por temor al infierno, no tiene más valor que el que no roba por desear el cielo. El valor moral que las sociedades dan a las acciones morirá antes que tales acciones –diría Nietzsche–. Ni el deseo del cielo, ni el temor al infierno son motivaciones válidas para abstenerse de robar los bienes del otro. Más aun, Nietzsche no encontraría diferencia entre el corrupto que se apropia indebidamente de los bines ajenos por ambicionar de riqueza, y el virtuoso que se abstiene del hurto por ambicionar el cielo. Uno y otro son inauténticos: el primero por renunciar a su ser a cambio de riqueza, y el segundo por despojarse de la certeza del presente por la simple e incierta expectativa del futuro. Las decisiones de los hombres superiores, en este contexto, no son movidas por miedo o ambición. El que no busca la virtud por convicción, tampoco abandona el vicio por temor. Las decisiones, entonces, tienen como motivación única el fin mismo de lo que se busca. Por lo mismo son ilegitimas todas las demás. Del pensamiento de Nietzsche no se pueden concluir piadosas enseñanzas o ingenuas moralejas que muevan a los corruptos a dejar de robar. Lo que sí resultaría pertinente, a partir de tales planteamientos, es iniciar una exploración y una autorreflexión sobre la legitimidad de nuestras motivaciones y los alcances de nuestras acciones. 4. A MODO DE EPÍLOGO: El pensamiento de Nietzsche –ya se ha dicho– ilumina, eclipsa, motiva y aterroriza. Pero lo relevante no es lo que se diga de él sino lo que se lea de su obra. El presente artículo comienza como una aproximación de los vínculos que se pudieran establecer entre el pensador y el fenómeno de la corrupción, y termina como una invitación a leerlo para considerarlo como parámetro de reflexión. Donde termina la soledad empieza la plaza; y donde empieza la plaza, empiezan también las estridencias de los grandes comediantes y los zumbidos de las moscas venenosas. (…) Abundan en la plaza los bufones solemnes –y la gente se jacta de sus grandes hombres, que son para ellos los hombres del día. (…) ¡Refúgiate en tu soledad! Has vivido demasiado cerca de los mediocres y miserables. ¡Huye de la venganza invisible! Ansían vengarse de ti! ¡No levantes el brazo contra ellos! Son innumerables y no te toca ser mosquero. (Nietzsche. ASÍ HABLABA ZARATUSTRA).

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA



Una buena reflexión, innerente a la propueta de nuestra empresa.


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